Estocolmo está separada de España por cuatro horas de vuelo, por lo que puedes escaparte cualquier fin de semana. El casco antiguo, Gamla Stan, es el lugar para tener el primer contacto con la ciudad. Entre su laberinto de callejuelas adoquinadas se cuelan el palacio Real; el museo Nacional, que contiene obras de Rembrant o Gauguin; el edificio del ayuntamiento; la iglesia medieval de Riddarholmen; la catedral de San Nicolás; y la plaza Stortoget, rodeada de coloridos edificios. El corazón de Estocolmo también guarda sorpresas, como Mårten Trotzigs gränd, el callejón más estrecho de la ciudad, y Järnpojke, la escultura más diminuta de la capital sueca.
El barrio de City, la parte más moderna de la ciudad, está repleto de tiendas, coquetas plazas como Hötorget y Sergels Tor, encantadores cafés y bonitos monumentos como Stadsbibliotel, la biblioteca o la sala de conciertos Konserthuset.
En la isla de Djurgården se encuentran los museos más populares: Vasa, que tiene el único barco de siglo XVII que queda; Skansen, con más de un centenar de casas típicas de cada región sueca; y el nórdico, dedicado a la etnografía sueca. Aquí también podrás divertirte en el parque de atracciones Gröna Lund, con más de 200 años de antigüedad.
Termina tu fin de semana en Estocolmo visitando el barrio de Södermalm, que destila cierto aroma intelectual. Lo ideal es perderse entre sus calles; pero, si no tienes tiempo, vete directamente al SoFo, un elegante sucedáneo del SoHo neoyoquino, al Globen Arena y al museo de Estocolmo.
Viajar a Estocolmo es una suerte. ¿No te gustaría despertar allí?