Esmirna es sinónimo de ocio, cultura y monumentos arquitectónicos. Birinci, Alsancak y el puerto son zonas de paso obligado para tomar un café a media tarde o disfrutar de la marcha nocturna esmirnea. Cafeterías, bares y discotecas dan paso a los museos, siendo el más importante el arqueológico. El mismo edificio es una obra de arte, considerado uno de los más antiguos del poniente turco, aunque su importancia reside en la riqueza de sus colecciones, incluyendo restos de las antiguas ciudades de Éfeso y Pérgamo.
De hecho, una de las mejores formas de aprovechar un vuelo a Esmirna es realizando alguna excursión a las susodichas ciudades para contemplar sus ruinas. Eso sí, antes hay que recorrer la ruta arquitectónica de rigor en Esmirna, incluyendo sus edificios religiosos y civiles.
La torre del Reloj es un buen punto de partida. Con sus 25 metros de altura lleva más de cien años gobernando la plaza de Konak, en un lugar privilegiado junto al puerto de Esmirna. No es extraño que se haya convertido en el emblema de la ciudad, además de punto de encuentro tanto de viajeros como de lugareños.
Siguiente parada: los templos de Esmirna. El de Hisar y el de San Policarpo, mezquita e iglesia, representan las religiones mayoritarias y son los más conocidos. Aunque es el complejo arquitectónico de la judería de Asansör la que mayor interés despierta entre los visitantes. Tanto o más que el castillo de Kadifekale, cuya construcción se remonta a tiempos de Alejandro Magno.
Estas y otras muchas son las cosas de las que puedes disfrutar en Esmirna. ¡Elígela!